viernes, 4 de mayo de 2012

7# ''Tú y tu optimismo''

P.d.v: Valentina.

Sonó el timbre del recreo.
Valentina y David salieron al patio, llevando sus mochilas con ellos. El lugar de recreo se dividía en dos partes: patio de arriba (pistas de fútbol, baloncesto y voleibol) y el patio de abajo (cafetería y bancos). Pero Valentina y David pasaban de bancos. Siempre se iban a un rincón que había tras un muro, para que ningún humano con el oído demasiado fino pudiera oír sus conversaciones sobre magia.
Valentina tiró con fuerza la mochila. Iba a descargar su ira en ese mismo momento. Empezó a darle patadas a una piedra.
Oye, Valentina, como sigas así te vas a cargar los zapatos. Y me costaron muy caros, preciosa –dijo David sentándose contra el muro y sacando su desayuno.
¡Me da igual! Estoy hasta ahí abajo de la caja, y estoy más harta todavía del humano ese nuevo.
¡Pero los zapatos no tienen la culpa de que el chiquillo ese tenga la capacidad de hacerte saltar los nervios, mujer! Anda, siéntate, que tengo una idea para colarnos en el departamento de magia.
Valentina dejó de dar porrazos con los pies a las piedras y lo miró, interesada. Se sentó a su lado, más tranquila.
Pues venga, cuenta.
Mira, esta es la cosa –David sacó un mapa de la mochila y señaló un punto–. Aquí estamos nosotros. Debajo nuestra, hay un túnel. Se supone que de emergencias. Como bien sabes, el departamento de magia, está en la parte más alta del edificio. Pero si seguimos por este conducto, y subimos estas escaleras, podemos llegar en unos quince minutos. De las 12:30 a las 12:35 sabes que la magia se debilita, porque tú misma pierdes fuerzas. Durante estos cinco minutos, la barrera desaparece. Podemos colarnos, coger los archivos y devolverlos al día siguiente.
Pero... ¿cómo nos escapamos de clase? Para que ninguno se haga una piarda a esa hora, nos han colocado al grupo de magos con la Chaparro.
La Chaparro era la profesora más vieja de todo el instituto. Era maga y con mucha mala leche. Siempre estaba seria y con un humor de perros. Daba clase a los magos, y de vez en cuando usaba conjuros para mantenerlos callados. Aunque tenía seiscientos años, aparentaba cuarenta y tantos.
¿Te crees que he dejado ese detallito sin pensar? Pues no, Valentina, no. Sabes que yo siempre lo tengo todo en cuenta.
Oh, genio, ilústrame.
Ja, ja. Pues mire usted, señorita Sarcasmo, he encontrado un libro en la biblioteca de mi abuelo sobre hechizos que, aunque requieren mucho esfuerzo, podrían servirnos. Uno en especial. Hay uno que debe realizarlo un mago adulto, pero he pensado que dos jóvenes equivaldría a un adulto.
Lógica aplastante.
Calla. Este hechizo es complicado, pero puede crear dobles que no se debilitan a esa hora.
David, eso es Magia Prohibida. Nosotros hemos comenzado con la Magia Negra, en secreto y sin mentor. No nos va a salir.
Tú y tu optimismo.

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