jueves, 3 de mayo de 2012

5# "Nuevo alumno"


P.d.v: Mario Suárez:

Mario encontró finalmente la clase. Cuando abrió la puerta del aula, vio pasar ante sí un avión de papel. Se echó hacia atrás, en un intento de que no le diera. Miró el revuelo que había formado: gomitas por doquier, más aviones planeando, grandes bolas de papel atravesando el aire...
Se distinguía una gran variedad de personajes. Todos llevaban el uniforme, pero lo hacían característico. Por ejemplo: una chica llevaba muñequeras y collar de pinchos, además de la cara hecha un colador con tanto piercing; otra se había hecho un nudo en la camiseta del uniforme (el de las chicas era una camiseta azul oscuro de mangas cortas, de largo era como una camiseta normal, pero iba descendiendo gradualmente, hasta acabar en pico sobre la rodilla izquierda) para que se le viera un vientre plano y un piercing en el ombligo; y un chico que tenia.... los ojos pintados.
Toda la clase calló súbitamente. Un hombre bajito, gordo, medio calvo, con gafas antiguas de cristal amarillento y unos abundantes pelos en la nariz. Era de ese tipo de personas que matan el concepto de sex-appeal. Este señor llevaba en la mano un maletín de piel marrón que dejó en la mesa, justo antes de reparar en el extraño chico que había en la puerta.
-¿Es usted el nuevo alumno, cierto? -preguntó el hombre con una voz ronca.
-Sí, soy Mario Suárez.
-Sí, me han informado. Bueno, siéntese aquí mismo, que hay un sitio libre. Le presentaré a la clase, justo después de pasar lista.
Mario asintió y fue a sentarse entre dos chicas (gracias a Dios) normales. Una era alta y morena, la otra bajita y pelirroja. Y no parecían demasiado animadas.
El profesor fue nombrando personas: una tal Ana Álvarez (la puta), otro llamado Ángel Ballesteros (el gay), Carla Bermúdez (la morena que estaba sentada al lado de Mario)... Pero lo que realmente le hizo levantar la vista de su mesa a Mario fue un nombre femenino. Uno que ya había leído en alguna parte hacía no más de veinte minutos: Valentina Galán.
«G, de Galán», pensó con una sonrisa.
Levantó la vista y, al final de la clase, la vio tirada sobre una silla con el chico ese que la había acompañado por la mañana.

P.d.v: Valentina Galán.

Rebuscó de nuevo en la mochila. Estaba segura al cien por cien de que lo había cogido de su taquilla.
-David, ¿no lo habrás cogido tú? -susurró a su compañero.
El aludido ojeó su mochila. Ni rastro del libro de Biología de Valentina.
«Genial, pierdo el idiota ese cae en mi clase», pensó Valentina con desdén.
-Tranquila, como ha entrado el chico nuevo haremos las presentaciones. No daremos clase seguramente -la tranquilizó su compañero.
El profesor pasó lista. Cuando su nombre llegó, levantó el brazo y dijo: «Presente». Valentina se fijó en que el novato levantaba la vista al oír su nombre. Y que además levantaba el brazo.
-Dígame -dijo el señor Alcázar.
-En el pasillo me encontré con un libro de Biología -comenzó-. Creo que es de ella -señaló a Valentina.
Esta lo miró. Toda la clase la observaba. Se levantó, cogió el libro y con un gracias que más sonó a insulto que a agradecimiento, se volvió a su sitio.
Debió de caérsele al chocar con ese chico.
Se sentó de nuevo en su mesa. Miró a David. Este la miraba con una sonrisa pícara,de esas que solo él sabía esbozar y que siempre usaba cuando se burlaba de Valentina. Solo ella había visto esa sonrisa.
-Qué buen chico -dijo David, sarcástico.
-Me encanta cuando te pones celoso... Te vuelves tan vulnerable... Es súper fácil meterse contigo así -contraatacó Valentina.
-¿Yo, celoso? Oh, me has pillado; siempre quise ser un humano corriente que deja en ridículo a una Maga Negra.
-Tu puta madre, gilipollas.
David y Valentina se miraron un momento; caras serias y miradas divertidas. Al final, rompieron en carcajadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario