viernes, 24 de febrero de 2012

3# ''Caída''

-¡Pues claro que tengo que ir a por ella! ¡Me dejé la caja dentro! -le gritó Valentina muy histérica.
David se quedó pálido. Intercambiaron una mirada y David deshizo el hechizo de levitación para caer con más velocidad. Se lanzaron en picado para coger las piezas de la moto. Quedaban escasos metros para que las piezas del vehículo impactasen contra el suelo.
Y al final, cayeron sobre la tierra con un estrépito. David y Valentina estaban apenas a diez metros del suelo. Valentina tragó saliva y cerró los ojos. Siempre le habían dado miedo las caídas, por ello cuando era pequeña e iba a los parques de atracciones jamás montaba en las montañas rusas o en la caída libre. Se agarró involuntariamente al cuello de David.
-¡Valentina! ¡Me estás ahogando! -se quejó él.
Valentina aflojó la presión. Sintió una mano deslizarse por su espalda y otra bajo las rodillas. Le pitaban los oídos.
-Valentina, abre ya los ojos -dijo David.
Ella negó con la cabeza y cerró aún más fuerte los párpados.
-Ya hemos acabado de caer. -avisó David -hace un ratito-. Valentina abrió los ojos y miró alrededor. Estaban en tierra firme-. Menuda Maga Negra que estás hecha.
-Idiota, sabes que siempre me han dado miedo las caídas -protestó ella.
Hubo un rato de silencio.
-¿Qué te parece si me sueltas? -preguntó él sonriendo.
Valentina miró sus brazos, entrelazados tras el cuello de él. Se sonrojó ligeramente, pero se notó demasiado al contrastar con su piel excepcionalmente blanca. Lo soltó rápidamente y él la dejó en el suelo. Valentina corrió, seguida de David, hacia el compartimento negro donde había guardado la caja. Se esperó lo peor al ver las barras de hierro dobladas y la caja de plástico hecha añicos. Se arrodilló y apartó el plástico. Estaba muy sorprendida. La caja estaba intacta.
David se quedó mirándola fijamente. Su larga melena oscura le caía por los hombros. Estaba muy despeinada, y tenía el pelo cubierto por una ligera capa de ceniza. Estaba algo encorvada examinando la caja, y con la camiseta tan rajada, se le veía la espalda, llena de cicatrices y con una piel muy blanca. Tenía las curvas de una chica de diecisiete años, pero David la había visto pasar por la etapa menos favorecedora de la infancia y la adolescencia. Lo miró con unos ojos sorprendidos. Los ojos de Valentina eran grises, y a David siempre le habían parecido hermosos.
-Mira la caja -le dijo ella en un susurro.
David se acercó. Observó la caja. Estaba perfecta, apenas se había ensuciado. El cristal no estaba rallado ni siquiera.
-¿Te pensabas que una caja que lleva dentro una pista para encontrar uno de los Amuletos Mágicos no iba a estar protegida con un hechizo? - inquirió David.
-Venga, listo, ahora deshaz el hechizo -le retó ella.

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