martes, 21 de febrero de 2012

2# "Los demonios sanne"


Valentina y David sobrevolaban la ciudad en sus motos negras. Desde aquel punto, la ciudad parecía un árbol de Navidad. Valentina iba pensando en la caja cuando David la alertó de que se divisaban unas extrañas figuras en la lejanía. Cuando los tuvieron más cerca pudieron distinguir que poseían alas de murciélago y colmillos. En seguida los identificaron como vampiros. Valentina estaba exhausta. Miró a David, dándole a entender que no podía más. Él asintió. Se puso recto en su moto y formuló el hechizo de la luz solar. De sus manos brotaron chispas doradas que, al unirse, se convirtieron en rayos de sol.
Ambos quedaron momentáneamente asombrados al ver que no sucedía nada.
-Demonios -adivinó David-. Mierda.
-Son demonios sanne -dijo Valentina entrecerrando los ojos-. Esto va a ser entretenido.
-Sí, lo será, pero tú no vas a verlo.
-¿Perdona?
-Oh, venga ya, apenas puedes mantener la compostura. Estás agotada, Valentina. En este estado solo estorbarás.
Valentina se mostró ligeramente ofendida, pero solo unos segundos.
-No voy a dejarte solo, idiota -le dijo ella con voz firme.
Los demonios estaban cada vez más y más cerca. Ahora se podían distinguir más rasgos: piel de un tono verdoso, ojos de gato (amarillos y con una especie de raja negra en forma de rombo que lo atravesaba de arriba a abajo), carecían de pies y en su lugar había garras afiladas como sables, tenían la cabeza calva y las venas sobresalían de de la piel.
-Valentina... -comenzó David, pero antes de que pudiera acabar la oración, un demonio sanne se le vino encima.
-¡David! -gritó Valentina, alterándose.
Valentina saltó de su moto, extrayendo de su cinturón un cuchillo con una hoja de brillante metal muy, muy afilado.
Se abalanzó sobre el demonio que había derribado a David y, con gran precisión, tiró el cuchillo y se lo clavó en el corazón, que estaba en el cuello. El demonio lanzó un alarido metálico y soltó a David de sus garras mientras caía inerte.
David gritó un conjuro de levitación en el mismo momento en que el demonio lo liberó y volvió a reunirse con Valentina. Con un cuchillo en la mano y un corte sangrante en el pecho, David exterminó a cinco demonios. Valentina hizo acopio del poder que le quedaba y formuló conjuros para asesinar a los cinco demonios restantes.
Valentina flotó, jadeante, hasta su moto, decidida a subirse en ella y a salir de allí. Pero, cuando puso una mano en el  manillar del vehículo, este se desplomó. Valentina miró con los ojos como platos la moto caer hasta desaparecer en la distancia.
-Era mi moto preferida -dijo ella, enfadada.
-Pues ve a por ella -respondió David con una sonrisa burlona.

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